El hombre que descubrió que la ruleta era predecible
La ruleta siempre ha sido considerada como uno de los juegos de azar en los que la banca parte con mayor ventaja. Esto es aplicable a las versiones francesa y europea, pero especialmente a la americana, que cuenta con el ’00’. Sin embargo, en la década de los 90, hubo un hombre que se dio cuenta de que podía revertir esa ventaja. Su nombre era Gonzalo García-Pelayo y aquí queremos recordar su historia.
Cómo Gonzalo García-Pelayo venció a los casinos de Las Vegas
Gonzalo García-Pelayo era un estudioso y amante del juego de la ruleta. Tras jugar un sinfín de tiradas y ver cómo otros hacían lo mismo, se dio cuenta de que había números en los que la bola se depositaba con mayor asiduidad que en otros. Muchos creían que era una mala pasada que le jugaba su mente debido a las pérdidas que sufría, pero él estaba convencido de que no era así.
Con el propósito de demostrar que los platos de las ruletas poseían ínfimos defectos de fabricación que provocaban que saliesen más unos números que otros, pasó meses recopilando datos de tiradas e introduciéndolos en un software informático. Con el paso del tiempo, y para su sorpresa, se dio cuenta de que podía establecer algo parecido a un patrón y que había casillas en las que la bola caía con mucha más asiduidad que en otras.
Tras darse cuenta de ello, estableció un sistema de juego con el propósito de optimizar al máximo lo que acababa de descubrir. ¿El resultado? Ganó 2 millones de dólares en una sola noche en un casino de Las Vegas.
La reclamación de las ganancias
Evidentemente, la técnica empleada por Gonzalo García-Pelayo no es aplicable a las ruletas virtuales que, por ejemplo, se pueden encontrar en plataformas virtuales como Betiton. Sin embargo, en aquel momento, sí. El casino se dio cuenta de que algo extraño pasaba, expulsó al jugador español y se negó a pagarle lo que había ganado.
Como haríamos cualquiera que acabásemos de ganar 2 millones de dólares, Gonzalo demandó al casino hasta que, finalmente, la Corte Suprema de los Estados Unidos le dio la razón al considerar que el aprovechamiento de un defecto de fabricación de una ruleta no podía entenderse como una trampa o engaño.
Así que el casino tuvo que pagarle sus 2 millones de dólares, aunque le prohibió entrar a sus instalaciones de por vida. Lo mismo hicieron el resto de casinos de Las Vegas, del estado de Nevada y prácticamente de todo el mundo. Pero a Gonzalo García-Pelayo le dio igual. Su caso obtuvo fama internacional y su vida quedó resuelta en términos económicos. Una gran recompensa a años de estudio aplicados en una sola noche.