Descubre la Selva Negra alemana y el espectacular casino de Baden-Baden, escenario de legendarias partidas de póker y ruleta con Dostoyevsky como protagonista
Alemania es uno de los países que más turistas ha ganado en los últimos años. Ciudades como Berlín, Múnich, Hamburgo o Stuttgart son destinos ineludibles para todos aquellos que se decantan por conocer el país germano. No obstante, además de importantes espacios urbanos, que cuentan tras de sí con buena parte del peso de la historia universal reciente, Alemania también alberga espacios naturales de gran belleza, y la conocida como Selva Negra es uno de ellos.
Situada en el estado federado alemán de Baden-Wurtemberg, la Selva Negra constituye una región que muchos de nosotros ubicaríamos en Nueva Zelanda o Australia si solo atendiésemos a su vegetación. Imponentes montañas y bosques frondosos son los verdaderos protagonistas de esta zona de Alemania que comparte frontera con Francia y Suiza. De hecho, su cercanía es tal que una escapada a ella desde Basilea o Estrasburgo no solo es posible en términos de logística sino también muy recomendable.
Si disponemos de varios días, una muy buena opción es alquilar un coche y recorrer toda la región de una forma más cómoda. Si bien es cierto que los trayectos se pueden hacer cansados, la belleza de los parajes naturales que os iréis encontrando por el camino valdrá la pena.
Una de las primeras ciudades que os encontraréis en esta ruta es Freudenstadt, que tiene el honor de albergar la Plaza de Mercado más grande de todo el país, con más de cinco hectáreas de extensión. Además de esta imponente plaza, también merece especial mención la Iglesia Evangelista y el Museo de la Ciudad. Conocida como “ciudad de las delicias”, Freudenstadt también cuenta con importantes rutas de senderismo -de hecho toda la región está plagada de interesantes rutas- que la conectan con otra ciudad que merece un alto en el camino: Baden-Baden.
Este pequeño remanso de paz y tranquilidad en medio de la naturaleza es especialmente conocido por su tradición termal. Baden-Baden cuenta en la actualidad con diferentes balnearios, como el Friedrichsbad o el Caracalla, dotados con las instalaciones más modernas, pero también es posible visitar las ruinas de las antiguas termas romanas. Hoy en día lo que queda del esplendor romano se ha reconvertido en un museo en el que se explica la importancia de la cultura del baño en la Antigua Roma.
Después de relajaros en las aguas termales de este municipio, no podéis dejar de visitar su casino, que está considerado como uno de los más bellos del mundo. Si bien a día de hoy los casinos físicos están cayendo en desuso en detrimento de la enorme oferta online que ponen a disposición de sus usuarios los principales operadores, el de Baden-Baden es un espacio que siempre atraerá a jugadores (y también a aquellos que no lo sean) a su interior. Con casi 200 años de historia, el casino de Baden-Baden, que en la actualidad también acoge un complejo termal, una sala de conciertos y un importante restaurante, destaca por su fachada de estilo neoclásico. En su interior, las 15 mesas con las que cuenta rezuman ese aire de sofisticación que se puede apreciar en toda la construcción, aunque ello no impide que todas ellas estén dotadas de la mejor tecnología.
Además de partidas de Poker Texas Holdem, la variante de este juego más popular tanto online como de manera presencial, o blackjack, el casino también ha sido el telón de fondo de importantes competiciones de ajedrez y congresos. En este sentido, cabe destacar que el Comité Olímpico Internacional se alojó en él en 1981, contando con representantes de más de 140 naciones. No obstante, la reunión más importante que se vivió en este enclave fue la que la OTAN mantuvo en 2009. Por aquel entonces, los líderes de los países miembros pudieron disfrutar en primera persona de la belleza neoclásica del casino y de una espectacular cena.
El casino de Baden-Baden también ha sido el protagonista de diversas historias literarias. En concreto de El jugador, la novela escrita por Fyodor Dostoyevsky en 1867. Tan solo fueron necesarios 26 días para que el prestigioso escritor ruso terminase esta novela que tiene tintes autobiográficos. Y es que Dostoyevsky era un gran apasionado a los juegos de casino, en especial a la ruleta, y un asiduo al casino de Baden-Baden. Tras acumular una importante suma de dinero en deudas, su editor le dijo a Dostoyevsky que debía escribir un nuevo libro en menos de un mes, en caso contrario él se quedaría con los derechos de todo lo que publicase en los siguientes 9 años. Dicho y hecho, Dostoyevsky consiguió terminar esta novela a tiempo en la que, de forma figurada, se hace mención al casino que tantas alegrías (y quebraderos de cabeza) le dio al autor ruso.
Con todo, si hay alguien que consiguió expandir la fama de este espectacular casino alrededor del mundo esa fue Marlene Dietrich. La actriz, considerada como una de las estrellas más importantes del séptimo arte, comentó en varias entrevistas que el de Baden-Baden era, sin duda, el casino más bonito del mundo. Una premisa que defendió hasta su muerte en 1992.
Ya en el corazón de la región nos encontramos con el Valle del Kinzig, una auténtica maravilla de la naturaleza. Existe una ruta de senderismo muy famosa, aunque bastante dura ya que se tardan casi doce días en recorrer las siete etapas que la componen. No obstante, merece la pena el esfuerzo por los espacios tan bellos que se recorren en cada una de las etapas, en donde os encontraréis cascadas, ríos, lagos y embalses como el de Schluchsee.
Muy cerca de esta zona también se encuentra el pueblo de Triberg, que actualmente recibe una gran cantidad de turistas por sus increíbles relojes de cuco gigantes y por sus imponentes cascadas.
Continuando hacia el sur nos encontramos con Gengenbach, un pueblo que parece sacado de una postal de navidad. Se trata de una población pequeña, apenas un par de calles y una plaza central, pero la arquitectura tradicional de sus casas le otorga ese plus de belleza que hace que el alto en el camino haya merecido la pena. Una curiosidad: algunas de las escenas de la versión de Tim Burton de Charlie y la Fábrica de Chocolate se rodaron aquí. Si os entra antojo de dulce no os preocupéis, en Gengenbach podéis degustar la mejor tarta Selva Negra de la zona.
También en la conocida como “Selva Negra Baja” destaca la ciudad de Friburgo. Se trata de una población con un amplia tradición universitaria por lo que es ideal para aquellos que buscan el perfecto equilibrio entre los espacios naturales y urbanos.
Además de los ya mencionados, otros pueblos que también merecen la pena en la región son Calw, Pforzheim, Schiltach, Gutach o Altensteig.